sábado, 6 de septiembre de 2008

Białystok, 1961, Azul Klein, Femur

http://eo.wikipedia.org/wiki/L._L._Zamenhof

Los polacos somos buenos resolviendo Enigmas, habría dicho Adam. Pero Adam estaba muerto, y Sofía, y Lidia. Qué sentido tienen los juegos de palabras cuando no puedes sacarlos a escena, y se pudren en un baúl. Un juego de palabras convertido en ceniza molesta en los ojos, no en donde se caza con retraso.

Sofía y Lidia querían hablar todos los idiomas del mundo, y Adam quería todos los juegos de palabras que hubieran existido y fueran a existir. Klara les contaba todas las leyendas que conocía para que las reconocieran allá donde su mente fuera siendo capaz de pensar. Les enseñó los idiomas que conocía, pero qué eran, comparado con.

Cada noche Klara suplicaba a su marido. Era un hombre vertebrado en coraje, de médula científica y determinación de loco. Hubiera podido reducir su universo a la esfera a la que se asomaba para ver el interior de las cabezas. Habría podido vivir entonces preguntando por picores, lagrimeo, visión borrosa. Pero el cuerpo termina mucho más allá del párpado, la pierna no es un fémur de gala, la ciencia no son cráneos apilados, la vida sigue mucho más allá de la consulta; sólo los sueños de sus hijos llegan tan lejos que vuelven minúsculos los suyos.

Puedes negarle a tu hija la menor un vestido, sus muñecas, la cena. Pero no el saber pensar en otro idioma y construir su pensamiento en otro mundo.

Klara se retorcía, no es para esto para lo que yo engendré, mascullaba tras dormirse; algo haremos, murmuraba en la vigilia.

Y las tornas cambian cuando se deciden a cambiar las tornas. Giran el tablero, juego nuevo.

No hablaréis todos los idiomas. Pero hablaréis con el pensamiento de todos.

Adam se recluye en el desván invocando el espíritu de Carroll, hay líneas dibujadas en el aire que ningún ojo, humano o no, es capaz de vislumbrar. Los números las encuentran y a veces nuestras palabras se pliegan alrededor. Adam vive transfigurado, con un cazamariposas tras la frente, dispuesto a encontrar la Realidad en lo notancasualmente absurdo.

Klara, Sofía y Lidia se convierten en el halo de un quinqué, recogiendo toda historia que se haya vomitado en tinta. En sus tres cabezas, tres, logra acumularse todo lo que alguna vez haya sentido el hombre.

Él cifra, y cifra, convirtiendo tinteros en mapas de un mundo atemporal que se perpetúe en vez de ser conquistado.

En los albores del siglo eclosiona la amorfa criatura. El llanto universal que de tan absoluto resulta blasfemo.

Pero ha pasado mucho tiempo desde entonces.

Él está muerto, Adam está muerto, Sofía y Lidia están muertas, Klara les siguió hace tiempo.

Una vez cada trillones las moléculas aciertan a ordenarse en un organismo, y al borde de la redundancia cíclica, saltan una dimensión. La reina de las nieves se revuelve, se han vuelto a abrir las puertas de la eternidad.

Pero la muerte se llevó a todos y la llave se ha quedado muda, a la intemperie. Saben que está ahí, pero no entienden qué abre.

A un galope de toro de allí, de toro de los de antes, se ha entreabierto otra puerta a que en un cráneo se despliegue una cuerda más, retorciendo la realidad.
Quien se deje desvanecer en lo hondo del azul klein comenzará a deshacerse en dirección a algo nuevo.

Pero no vale cualquiera. Hace falta una celosía especial en la retina, que encaje con el azul refulgente.

Quizá él hubiera podido dar con el ojo adecuado. Pero tenía una sola vida para las dos puertas, y ni siquiera le llegó para una.



para Gama Cásh

1 comentario:

Anónimo dijo...

Biba la reconversión industrial.