Me
preguntó cómo se llamaban mis hermanos y por un momento me hizo
dudar. Me envaré como se hace ante los desconocidos que miden menos
que uno y mordí en su necesidad de saber algo así. Me dijo que
tenía una colección de nombres. Que tenía mil setecientos
cuatrocientos diez nombres. Y necesitaba los nombres de mis hermanos
para seguir apuntalando los ladrillos de su casa a base de trozos de
papel con nombres escritos. Se me puso el pensamiento viscoso y
apenas conseguí cascarme en la garganta un - Pero muchos nombres se
repetirán, ¿no?- que resbaló fuera de mí, impertinente y
miserable. Mantuvo el rostro grave y asintió. Eso no importaba,
porque la colección de nombres era más importante que esas cosas.
Nunca tanto como entonces lamenté no tener hermanos. Allí estaba,
delante de mí, y nada de toda mi historia servía para su misión.
Para sus mil setecientos cuatrocientos diez nombres. Me explicó que
siempre eran y serían mil setecientos cuatrocientos diez, desde que
empezó la colección hasta que no quedaran más. Barboté que mis
hermanos no habían existido y suspiró con la resignación del que
ve catedrales derrumbarse. Le escribí mi propio nombre, que aceptó,
encogiendo los hombros. Bajamos del autobús y se alejó; no le
calculé más de ocho años. Nuestras casas estaban en la misma
calle, la mía de repente mucho más hueca. Sin ladrillos protegidos
por palabras, sin nombres, sin números imposibles. Y sentí, con
franco alivio, que su casa era inexpugnable. Que nadie podía
desbaratar aquello.
martes, 31 de diciembre de 2013
jueves, 28 de noviembre de 2013
Dentro de cuatro horas, con la que ahora es tu luz
Huye pensando en Plutón engarzado a Caronte. El lugar frío, inerte y todo de roca y gas. El lugar a donde no te pueden perseguir. O donde quizá podrían, pero ya no quieren. El refugio donde no estás escondido. El lugar, lejano al sol, donde no existe el horror ni la vergüenza.
lunes, 8 de abril de 2013
Cállese imbécil
Se sabe de carámbanos de
vaho,
De semen que fosforece si
está caliente
Pero es que todo está
caliente cuando brota por balazos
Es difícil, claro
es difícil que no
salpique
Si en reverencia te
ofrecieron la culata,
“Ordéname tu sicaria,
le dije
Que ya lo soy y ya me
ordenas
Dame pues piso franco para
que francotire”
Y sin embargo me dijo que
no
Deja entonces que esmalte
las balas
Con los ojos que me he
arrancado
Deja que enseñe los
dientes
Que no me has dejado
clavarte
¿suena típico? Lo sé
me quedo, a clan cerrado,
nadando sin tabla en lo gris
y me miras de soslayo
con mi plástico naranja
hinchable
para que me floten los
brazos
Que cedí, y de ser, sí,
seré la secundaria
Pero la secundaria que
tira del telón abajo
A quién disparo ahora, si
a ti no puedo
Me enseñó a bailar sobre
las mesas
Enredada en tripas y
gemidos
Me dio Aquisgrán y me
llevó de cabeza
A ser la desquiciada de
las fulanas del Pireo
Siempre está la opción
de venderse a lo circense
Colarte en laberintos de
gas,
Con azogues haciendo la
luz
(llámalo espejos, llámalo
luz de gas)
Y disparar todo el tiempo
a tu reflejo
Buscar rimas estúpidas a
tu nombre
Y recitarlas de conjuro
extinguefuegos
aunque no sé si mereces
ser mi fiebre
que si esto es un delirio
lo prefiero más perverso
[espeleología yoica, circa 2004]
Sépalo de buena orquídea
Se enciende una levuz que
mete la cabeza bajo la (ta)rima. La inconstante déjàzz, mira
lá,nguida y sólo da un
La, Gar(gantade)del para
contar(te) lo hondo
Alisio en las caderas para
agrilletarte al suelo
Suelos sucios para verte
lavar después (para que tengas dónde apoyar la siniestra cuando)
Moquetas limpias para que
las imagines sucias de bromo
El 30, el 68 y todos los
del boulevard de Adolfo López Mateos para que suenen lars campanas
y verte y reverte al vederte, vede(r)tte, (de)vestida de verde, de
bordada y devor(d)ada, y no decir nunca a revederte por tener el
monóculo verde que se compró vegeta en un bazar de damasco cuando
le despertaba el sol y el sol le tocaba y le poseía entero y el reía
todos los días con el sol mane al amenorcer
dedos de alambre liso para
no buscar con qué dejarte la nuca a punto de nieve mientras duermes
un alambre de filo
esférico para cruzarme la mía y enrollarme la médula entera y
tirar despacio y sacarme todos los nervios sin romper
y hacer serpientes con
ellos para serte medusa cuando el pez Spa-da del calentador se
amedrante y quieras ocas que echen a los antirrusos
y no flaquear por el juego
y que tuvieras que extenuarte para conseguir tres peones
y no bavardear porque (me
en)juegas y las corales se me hacen de hueso y tambaleo y bailo tango
tan maaal
verte llorar del esfuerzo
al llegar, no al subir
peso cruel pero
ajust((qu)iciad)o
de absurdo cartuja andar
pegada a las paredes sigil,osa del calefactor, que te desvista y lave
ojos y dientes mientras un directo de rem(et moria) hace lo que
quisiera el monasterio entero hacer(té)
el filo exacto donde hoy
no es(tá(o)) de más, aunque ayer y mañana lo sea pero hoy lo
necesitas para que esas tijeritas doradas dejen de roerte la karina
(quelas)heridas de guerra
dignifiquen mis avenidas, por si quisieras venir a la vuelta del
vert-lín(g)
algo con que deslumbrarte
todos los días
para deleitar en tu
plegado de yemas y piel
sin gota, me oyes, sin
gota de hastío
[espeleología yoica, circa 2005]
Espeleología yoica, circa 2003
Ojos ajenjo
color
luz de gas
tu delirio es tremendo
y mi verde refulge en tus ojos ajenjo
color luz de gas
no necesito alas
me basta que parpadees
para oculta en tus pestañas
hacerte de musa vestida de verde
condado de Malasaña
noche de frío
absenta caliente
quiero tus ojos azules
para verme en ellos verde
color
luz de gas
tu delirio es tremendo
y mi verde refulge en tus ojos ajenjo
color luz de gas
no necesito alas
me basta que parpadees
para oculta en tus pestañas
hacerte de musa vestida de verde
condado de Malasaña
noche de frío
absenta caliente
quiero tus ojos azules
para verme en ellos verde
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