jueves, 14 de enero de 2016

Toma, es gratis

Voy a cultivar un agujero negro en esa cafetera. La llevaré al metro temprano, a la hora que bate más fuerte el sueño, y lo iré sirviendo en vasos desechables, con la mejor de mis sonrisas y alguna de mis cirrosis. Cuando baje, el vagón estará vacío. Los que acepten el café negro de una desconocida rodarán a través de esa trampilla y caerán al sótano de la física, escurriéndose desde la boca, como dándose la vuelta al beber. Y llegarán a un lugar seguro y honesto, que les absorberá de golpe, llevándoselos enteros, con piel, sentidos e ideas. Sin dejarles ir a esos puestos donde un coladero negro, perverso y mentiroso, les iba a dejar el cuerpo en su sitio mientras les succionaba la vida, hacia un lugar del que no escapa nada, ni siquiera la luz. 

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